Dios guió a su pueblo, durante cuarenta años por el desierto, con una columna de nube durante el día y con una columna de fuego durante la noche.

Y luego que Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca; porque dijo Dios: Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra y se vuelva a Egipto.

Mas hizo Dios que el pueblo rodease por el camino del desierto del Mar Rojo.

Y subieron los hijos de Israel de Egipto armados.

Tomó también consigo Moisés los huesos de José, el cual había juramentado a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará y haréis subir mis huesos de aquí con vosotros.

Y partieron de Sucot y acamparon en Etam, a la entrada del desierto.

Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche.

Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego.

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