La diabetes insípida (del lat. insipidus: «sin sabor») es una enfermedad producida por un déficit absoluto o relativo de vasopresina, o por resistencia a su efecto. Los pacientes presentan poliuria hipotónica a pesar de que tienen elevados el sodio y la osmolaridad. Hay dos clases: diabetes insípida central (la más frecuente en humanos) y la diabetes insípida nefrogénica.

La alteración en la diabetes insípida central es el resultado de un déficit de la hormona antidiurética (vasopresina o ADH), que es la encargada de limitar la excreción de agua a nivel renal. Lo singular de esta hormona es que es el hipotálamo el la produce y luego se almacena hasta ser liberada al torrente sanguíneo por la hipófisis posterior.

En el caso de la diabetes insípida nefrogénica, la alteración ocurre a nivel de los canales de aquaporina tipo II en el túbulo colector lo cual impide un correcto funcionamiento de la vasopresina, a pesar de que sus niveles en el plasma estén dentro del rango normal.

La diabetes insípida puede comenzar de forma gradual o brusca a cualquier edad. Habitualmente, los únicos síntomas son la sed exagerada y la excesiva producción de orina. Un paciente puede beber enormes cantidades de líquido (hasta 15 litros al día) para compensar las pérdidas que se producen en la orina ya puede producirle rápidamente deshidratación. La persona afectada continúa orinando en grandes cantidades y con frecuencia durante la noche.

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