Según la mitología egipcia, hubo un tiempo en que el dios Ra adoptó la forma humana para gobernar entre los hombres y, como tal, fue envejeciendo. Cuando ya era un anciano débil, tembloroso y babeante, los egipcios dudaron de su valía y dejaron de respetarle.

Para restaurar el orden, los dioses aconsejaron a Ra que liberara su Ojo. Su hija Hathor lo tomó y se transformó en Sejmet, la terrible diosa de la guerra y la venganza, con cuerpo de mujer y cabeza de leona.

Sejmet persiguió con furia devastadora a los rebeldes y los asesinó uno a uno, dejando todo cubierto de sangre y cuerpos. Ra vio que liberó un inmenso poder destructor. Suplicó que se detuviera la matanza, pero Sejmet ya había saboreado la carne humana y prefería acabar día a día con el resto de la humanidad.

Ra hizo mezclar cebada con un pigmento rojo, obteniendo una cerveza de color sangre. Esta fue volcada en grandes cantidades a la luz de la luna.

Cuando salió el sol y Sejmet iniciaba una nueva cacería, bebió con ansia la cerveza creyendo que era sangre. Esto le produjo tal embriaguez que aquel día fue incapaz de matar a nadie. Olvidándose de su propósito, regresó ebria y satisfecha. Entonces Ra pudo renombrarla Bastet, diosa pacífica del amor.

En honor a este mito, los antiguos egipcios se congregaban en una fiesta que incluía baile, música y un consumo exagerado de alcohol. Lo hacían cuando la crecida del Nilo se teñía de rojo por el limo, confiando que Sejmet la retiraría bebiendo de sus aguas.

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