Las semillas de cereza contienen cianuro, así como las semillas de albaricoque, melocotón, ciruela, las almendras amargas y las semillas de otras frutas de hueso o pepita (pera, manzana).

El cianuro se genera al descomponerse la amigdalina presente en las semillas de cereza y de otras frutas. Su función es clara, junto al hueso, protege a la semilla, evitando así que los depredadores las coman.

De esta forma los frutales de hueso cuentan, por un lado, con frutos comestibles para favorecer su consumo y expansión, pero, por otro lado, protegen a las semillas físicamente con el hueso y químicamente con la amigdalina (se descompone en cianuro y benzaldehído aportando un sabor desagradable y potencialmente letal).

Dicho esto, si una persona se ha tragado accidentalmente unas cuantas semillas, puede estar tranquila. La verdad es que el envenenamiento por la ingestión involuntaria de unos pocos huesos o semillas es poco probable. Aun así, debe evitarse su ingestión. Las semillas y los huesos nunca deben ser triturados o colocados en una licuadora para su consumo.

Más información: excelentesprecios.com