Veinticinco años después, el recuerdo de Andrés Escobar sigue vivo en el fútbol mundial y su asesinato en Medellín, asociado al autogol que se metió diez días antes en el partido contra Estados Unidos, aún conmociona, como cada vez que se pone en marcha una Copa del Mundo.

Colombia ganaría su tercer partido del Mundial de Futbol 1994, 2-0 ante Suiza, pero no se despojaría de la sensación fracaso.

Fue así que en el minuto 35 del partido contra Estados Unidos, llegó la jugada desgraciada. Sorber centró desde la izquierda y, en un intento por evitar que el balón llegase al centro del área, Andrés Escobar se lanzó con las dos piernas y lo introdujo en su meta. Quedaba casi una hora de partido, pero la selección colombiana ya no supo reaccionar.

Todo se truncó diez días después, la madrugada del 2 de julio del mismo año, cuando en el aparcamiento del restaurante El Indio, Humberto Muñoz Castro, chófer de los narcotraficantes David y Santiago Gallón Henao, vació el cargador de su pistola contra Andrés Escobar.

Pese a que investigaciones posteriores vincularon el homicidio con la mafia de las apuestas, la muerte de Escobar se juzgó como el fatal desenlace de una discusión en el aparcamiento, en el que se le habría recriminado el autogol. Muñoz Castro fue condenado a 43 años de prisión, rebajados posteriormente a 23. Abandonó la cárcel en octubre de 2005. Los hermanos Gallón Henao, acusados de encubrimiento, quedaron en libertad a los pocos meses de entrar en prisión.

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