El cabello, esa característica distintiva de nuestra especie, cumple funciones mucho más allá de la estética. A lo largo de la evolución, el pelo ha desarrollado diversas funciones para adaptarnos a diferentes entornos y proteger nuestro cuerpo.

Una de las funciones primordiales del cabello es la protección. El cabello actúa como una barrera física que protege nuestro cuero cabelludo de los rayos solares ultravioleta, los cuales pueden causar daños significativos a la piel. Además, el cabello funciona como un aislante térmico, ayudando a mantener una temperatura corporal constante al retener el calor en invierno y permitir la evaporación del sudor en verano.

Además de estas funciones prácticas, el cabello también cumple un papel social y cultural. A lo largo de la historia, el cabello ha sido un símbolo de identidad, estatus social y belleza. Diferentes culturas han asociado el cabello con atributos como la sabiduría, la fertilidad y la virilidad. En la actualidad, el cabello sigue siendo una forma de expresión personal y un elemento fundamental de nuestra imagen.

En otras partes de la cabeza, el pelo es menos abundante, pero no por eso, menos importante. Los pelos de la nariz, las orejas y alrededor de los ojos protegen esas zonas sensibles del polvo y otras partículas pequeñas. Las cejas y las pestañas protegen los ojos reduciendo la cantidad de luz y de partículas que llegan a ellos.

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