El año 1938 fue una fecha clave en la Historia del siglo XX porque por primera vez el Tercer Reich se expandió más allá de sus fronteras. El objetivo fue la tierra natal de Adolf Hitler, Austria, que mediante un referéndum legal y pactado, aprobaría la anexión y unificación dentro de Alemania durante un proceso conocido como el “Anschluss”, que significa en alemán unión, reunión o anexión. Fue uno de los sucesos previos a la Segunda Guerra Mundial.

Históricamente Austria y Alemania eran herederas de la antigua “Germania” por compartir la misma raza, cultura y lengua. Separadas exclusivamente por una mera cuestión monárquica, la unificación no había podido llevarse a cabo porque la Casa de los Habsburgo que gobernaba Viena había apostado por expandir sus dominios hacia Europa Oriental y los Balcanes tras la unión con Hungría y la fundación del Imperio Austro-Húngaro; mientras que la Casa de Hohenzollern que gobernaba en Berlín y que al frente de Prusia había alcanzado la independencia en 1871, dirigió sus aspiraciones territoriales hacia el oeste.

El Tratado de Versalles y el Tratado de Saint-Germain en 1919, tras el fin de la Primera Guerra Mundial, prohibían de manera específica cualquier tipo de unificación entre Berlín y Viena. Sin embargo, el ascenso de Hitler al poder en 1933, así como la profunda crisis económica que asoló Austria en 1929, volvieron a hacer resurgir la idea de fusionar los territorios, lo que finalmente terminaría consumándose.

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