De todos los axiomas debidos a David Hume el que más predicamento sigue teniendo por su sencillez y rotundidad es aquel de que las "afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias". Más tarde fue Carl Sagan quien lo acabó erigiendo en eslogan del movimiento escéptico.

David Hume (1711-1776) es el más famoso de los filósofos empiristas. Diferenció entre dos tipos de percepciones: las impresiones y las ideas.

Las primeras son inmediatas, tienen su origen en el mundo cotidiano y son más intensas y vivas que las ideas. Estas últimas son el recuerdo de las impresiones y las clasificó entre simples y compuestas.

Empleó un método crítico para analizar las ideas, que no era otro que preguntarse por la impresión que originó los conceptos. Fue especialmente precavido con las ideas compuestas, ya que algunas de ellas crean percepciones falsas que no tienen ningún correlato con la realidad.

El objetivo principal del pensamiento de Hume es ahuyentar toda esa palabrería que durante tanto tiempo ha dominado el pensamiento metafísico y lo ha desprestigiado. Por ello, perfecciona el método empírico para hacer que todos los juicios se basen en impresiones simples y en el mundo cotidiano, el único cierto y verdadero. Advierte que nunca hemos experimentado la causalidad sino la repetición de los fenómenos.

La insistencia en la experiencia como fundamento y criterio de validez para toda afirmación lo convierten en un precursor del falsacionismo popperiano.

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