Los objetos se ven más pequeños a medida que se alejan debido a la perspectiva y cómo funciona la visión humana. Esto ocurre porque la luz que refleja un objeto llega a nuestros ojos en forma de rayos, y esos rayos se propagan en líneas rectas desde el objeto hacia nuestros ojos.

A medida que un objeto se aleja, el ángulo con el que esos rayos llegan a nuestros ojos se reduce. Ese ángulo más pequeño provoca que el objeto ocupe un espacio menor en nuestra retina, que es la parte del ojo que detecta la luz y forma la imagen que percibimos. Como consecuencia, el objeto se percibe más pequeño.

Este fenómeno está relacionado con las leyes de la geometría: a medida que la distancia entre el objeto y el observador aumenta, el tamaño aparente del objeto disminuye de manera proporcional a esa distancia. Es el mismo principio que usamos en el dibujo y en el arte para crear la ilusión de profundidad, donde los objetos más distantes se dibujan más pequeños que los cercanos.

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