En los años 30, la tasa de homicidios había aumentado un mil por ciento en Estados Unidos. Tanta sangre, pólvora y dinero sucio, derivó en dos iconos de la historia policial: Alcatraz y el FBI.

John Edgar Hoover fue designado como director de la Oficina Federal de la Investigación (más tarde FBI). Su orden fue clara: necesitaba una cárcel ejemplar para amedrentar a los gangsters.

El 12 de octubre de 1933, el Departamento de Justicia adquiere la vieja prisión militar. No sólo se refuerzan las viejas celdas, sino que además se crean seis especiales diseñadas para castigar a los peores presos: los agujeros.

El miércoles 23 de agosto de 1934, Al Capone desembarcó en la "isla del diablo". El preso 85 tardó cuatro años en sucumbir ante la tortura psicológica.

En Alcatraz, Al Capone perdió su impronta y poder. Pasó de ser el principal enemigo de Estados Unidos, a un despojo humano, con un avanzado cuadro de sífilis, obligado a hacer sus necesidades bajo la atenta mirada de los guardias del penal y a trabajar lavando ropa.

Fue humillado por sus propios compañeros y apuñalado por un ladrón de bancos con unas tijeras robadas de la barbería del penal.

No había privilegios y su mente se debilitaba con el correr de los meses. Tenía sólo 34 años cuando los síntomas de demencia comenzaron a presentarse: desvariaba y casi no se podía mover.

Cumplió sólo cuatro de sus once años de sentencia y pasó la mayoría de sus días en el hospital de la cárcel.

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