Grafton, un pequeño pueblo en el noreste de Estados Unidos, fue el escenario de un experimento político.

Un grupo de libertarios se instaló allí reduciendo las regulaciones e impuestos con el propósito de probar que la intervención gubernamental es opresiva y produce pobreza; si se deja a la sociedad actuar por su cuenta florece y es capaz de autorregularse.

En 2004, cientos de personas se trasladaron a Grafton para fundar el Proyecto del Pueblo Libre y demostrar la factibilidad del plan creando una comunidad utópica.

El libertarismo es una corriente político-filosófica que coloca “la libertad individual como el valor político supremo” y considera que cada persona tiene derecho a vivir su vida como lo considere pertinente, siempre que no interfiera con los derechos de otros.

En cuestión de meses unos 200 libertarios, llegaron a la localidad, eran mayoritariamente hombres blancos, solteros y poseedores de armas de fuego.

El perfil de los recién llegados era variado, algunos tenían mucho dinero, otros eran pobres y no tenían ataduras a su lugar de origen.

A los pocos años la localidad sufrió un drástico deterioro de sus servicios públicos, aumento la violencia criminal y hubo una serie de inusuales ataques de osos negros contra residentes.

Para 2016 el experimento había naufragado y muchos de los libertarios abandonaron Grafton. La conclusión es que la libertad sola, sin orden, termina siendo negativa para ella misma y los más débiles terminan siendo perjudicados.

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