En 2017, el Tribunal Supremo de Italia condenó a 16 años de cárcel a Francesco Schettino, el capitán del crucero Costa Concordia que naufragó cerca de la costa italiana en 2012 causando 32 muertos.

La noche del 13 de enero de 2012 el buque Costa Concordia, al mando de Schettiino, en el que viajaban 4.229 personas, chocó contra unas rocas y se hundió frente a la costa de la isla toscana del Giglio, Italia.

La justicia italiana considera probado que el capitán del barco provocó el accidente al ordenar el desvío de la ruta original y navegar demasiado cerca de la costa de la isla. El capitán Schettino tardó más de una hora en lanzar la señal de alarma y la evacuación fue un completo caos. Muchos de los pasajeros se lanzaron al agua intentando alcanzar la costa, ya que no había botes salvavidas suficientes. Sin embargo el capitán, el último en abandonar el barco según la normativa marinera, tuvo más suerte y sí consiguió subirse a uno, dejando atrás a cientos de personas. Más tarde dijo que se había caído sobre el bote debido a la inclinación del barco, pero su ropa seca al llegar a tierra y las imágenes registradas por los bomberos, no dejaban lugar a dudas.

El buque naufragado era uno de los barcos cruceros más grandes de la flota de Costa Cruceros, una de las principales navieras europeas. En 2014 fue reflotado y transportado hasta el puerto de Génova donde fue desguazado. La operación costó 600 millones de euros.

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