Se trata de un fenómeno meteorológico y óptico de tipo atmosférico que se produce principalmente en las regiones polares, en ocasiones en otros lugares como desiertos.

Cuando se produce, el horizonte desaparece de la vista y el cielo y el paisaje aparecen planos y sin rasgos distintivos ni puntos de referencia visual. No hay sombras porque la luz llega por igual desde todas direcciones.

En las zonas polares sucede cuando el terreno está cubierto de nieve y el cielo oculto tras una capa de nubes blancas continuas que parecen fundirse con superficie de la nieve. Las irregularidades del terreno no se pueden percibir, aunque sí se perciben los objetos oscuros cercanos. Los contrastes son nulos y todo parece estar envuelto en un resplandor blanco uniforme.

La luz solar se bloquea, se reduce y se dispersa por los cristales de hielo de la nieve, el viento, las gotas de agua o la niebla. Debido a la reducción de la luz reflejada las referencias visuales, como el horizonte, las características del terreno, las pendientes, etc., se reducen o se bloquean por completo. El suelo y el cielo se funden completamente.

La personas no pueden discernir las sombras, el horizonte o las nubes, pierden el sentido de la profundidad y corren el riesgo de desorientarse completamente.

Es como estar en medio de un espacio blanco completamente vacío e infinitamente extendido. Esto puede producir en algunas personas una fuerte tensión psicológica, ansiedad y miedo, e incluso pérdida del equilibrio.

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