Es simplemente una regurgitación de material no digerible que hacen las aves. En otras palabras, bolas de pelo, huesos, quitinas de insectos, espinas de peces, etc.

Lo hacen las aves carnívoras e insectívoras, pero las más conocidas son las de las rapaces nocturnas. La razón es que sus fluidos gástricos son menos potentes que los de las rapaces diurnas, por lo que los restos óseos son más fácilmente identificables, pudiéndose así hacer un estudio de la dieta del animal o incluso de la población de micromamíferos de la zona.

Las egagrópilas (conocidas en cetrería también como plumadas o pelotas) son bolas formadas por restos de alimentos no digeridos que regurgitan algunas aves carnívoras. Son muy útiles en ornitología para saber el tipo de alimentación que estas llevan y en ecología para conocer las relaciones de predación. Suelen ser muy normales entre búhos, lechuzas, buitres y otras rapaces.

En general, las egagrópilas difieren entre especies y estas pueden a menudo discernirse por la observación del material regurgitado. Por ejemplo, las de la lechuza común son redondeadas, oscuras y tienen un cierto brillo en la superficie, mientras que las del cárabo común son menos compactas y más grisáceas.

El nombre proviene del latín científico aegagropila, acuñado a partir del griego antiguo αἴγαγρος (aígagros), "cabra silvestre" (dicha también "montés"), y pila, "pelota", término este quizás vinculado al latín pilus ,"pelo".

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