Testaferro es una persona que presta su nombre para figurar como titular en un negocio o asunto jurídico ajeno.

Lo que hace es prestar su identidad para emular el rol social de aquel al que representa. Esto permite que la persona representada pueda disfrutar de ciertos beneficios al eludir obligaciones legales.

Supongamos que la ley de un país establece que una persona no puede ser propietaria de más de tres medios de comunicación. Dicha medida obedece a la necesidad de garantizar la pluralidad de voces y discursos. Un empresario que ya tiene dos canales de televisión y un periódico, sin embargo, desea comprar una radio. Con el objetivo de evadir la ley, le paga a un individuo para que sea su testaferro. De este modo, la persona contratada presta su identidad para realizar la compra, aunque el propietario real será el empresario.

Un político corrupto, por su parte, puede contar con un testaferro ya que no está en condiciones de utilizar su nombre para realizar ciertas operaciones comerciales o financieras. De lo contrario, tendría que justificar cómo accedió a los fondos que obtuvo de manera ilícita.

La idea de testaferro también se emplea en la psicología para nombrar a los sujetos que son manejados por otros o que adoptan, por conveniencia, una actitud o un rol que no les es propio.

De modo similar, el testaferro también puede servir para que una persona realice compras o ventas ilegales, de propiedades que no estén a su nombre.

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