Se llama sibarita a una persona de gustos refinados e inclinada al lujo. El término proviene de Sibaris, una ciudad de la Magna Grecia, destruida hacia el 510 a. C. Los habitantes de Sibaris eran reconocidos por su inclinación al lujo y al ocio.

El sibarita se distingue, fundamentalmente, por el placer que obtiene a través del uso, posesión o consumo de ciertos bienes raros, exclusivos y, por lo general, de alto valor, que suelen relacionarse con un determinado concepto de la elegancia o el prestigio mundano.

El concepto es aplicable tanto al consumo de productos como a la satisfacción de necesidades culturales. Un melómano puede ser considerado un sibarita de la música: ama escuchar música durante todo el día, asiste con frecuencia a conciertos, etc.

En la Península Ibérica y en ciertos países de América Latina es común que se califique de sibarita a aquel que siente afición por el buen comer y por los productos exclusivos o refinados. En estas regiones el término puede ser considerado un sinónimo de “gourmet“.

El sibarita no persigue los productos exclusivos con el objetivo de ostentar su nivel económico, sino que disfrutra de su sensibilidad especial, gracias a la cual es capaz de experimentar una sensación placentera cuando los consume, que no se compara con la percepción que tiene de ellos el resto de la gente.

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