Parangón es un término que se emplea como sinónimo de comparación o similitud. Un parangón, por lo tanto, surge al comparar dos realidades, sucesos, objetos, etc.

Por ejemplo: “La decisión del presidente establece un parangón entre ambos países”, “Por los logros conseguidos a su edad, Lionel Messi no tienen parangón con ningún otro jugador en la historia”, “Esta festividad acarrea rituales sin parangón”.

El origen etimológico de parangón, término que antiguamente se escribía paragón, está vinculado a un concepto griego que suele traducirse como “piedra de toque”. Esta piedra era empleada por los alquimistas y los joyeros para realizar comparaciones con los metales preciosos y así juzgar la calidad de los mismos.

Los alquimistas comparaban el oro y la plata con la piedra de toque, y de allí surgió el verbo castellano paragonar, en el siglo XVI, con raíces en un verbo griego que podía traducirse como sacar punta, aguzar o afilar. Con el correr de las décadas, su uso lo transformó en la palabra que hoy conocemos, con la n antes de la g.

El uso más habitual del concepto en la actualidad se encuentra en la expresión “sin parangón”. Dicha frase se emplea para hacer referencia a aquello que, por sus características extraordinarias, no puede compararse con otra cosa.

El vocablo paragón ya aparece registrado en nuestro idioma desde el siglo XVI, con el sentido de “comparación”, pero el uso la fue convirtiendo en parangón. Ya el Diccionario de la RAE reconoce ambas formas.

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