Un palimpsesto, es un manuscrito que conserva huellas de otra escritura anterior en la misma superficie, pero borrada expresamente para dar lugar a la que ahora existe.

La práctica se hizo frecuente en el siglo VII, por las dificultades en el comercio del papiro egipcio, y se prolongó por cinco siglos, por lo costoso y escaso que era el pergamino y lo laborioso que era prepararlo para un uso apropiado.

Por ello se borraba el texto raspando la tinta con pumita (piedra pómez) y se volvía a escribir encima, aunque sobre el pergamino o la vitela siempre quedaban restos de escritura poco visibles.

A partir del siglo XIX, algunos eruditos y filólogos consiguieron restaurar la escritura antigua desaparecida de los palimpsestos, por medio de técnicas especiales, como la aplicación de tintura de agallas o la tintura de Jaubert (bisulfato de amonio).

En la actualidad, para la lectura y transcripción se utilizan distintas variedades de luz que permiten identificar los textos borrados sin erosionar físicamente el documento.

Una actividad similar, conocida como pentimento (arrepentimiento), ocurre en obras pictóricas y en escultura.

En arqueología, se refiere a una superposición de actividades sucesivas, cuyos vestigios materiales se destruyen parcialmente o se reprocesan debido al proceso de superposición.

En geología se denomina a un cauce cuyo patrón de drenaje ha sido modificado, de modo que, como resultado del proceso, persisten evidencias de ambos patrones.

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