El epígrafe es un lema que a modo de sentencia, pensamiento o cita de un autor conocido, sintetiza o ilustra la idea general, plan o estilo de un libro o capítulo de este.

Generalmente se escribe debajo del título de la obra o al principio de cada capítulo. Los escritores antiguos hicieron poco uso de los epígrafes, pero en el siglo XVI empezaron a prodigarse, continuando con profusión en la centuria siguiente.

En su uso se distinguieron en Italia en el siglo XVI tanto Pietro Bembo como Benedetto Varchi, Sperone Speroni, y Giorgio Vasari, y en siglo XVII corresponde citar a Marini, Gentili, Emanuele Tesauro, Adimari, Daniello Bartoli, Doni, y Giorio. Y entre los franceses, apareció por primera vez el epígrafe en el Diccionario de Trevoux.

Durante el siglo XVIII fue poco común pero, a partir del siglo XIX, se volvió a utilizar. Algunos autores de esta época que se valieron de él fueron: Walter Scott, Lord Byron, y James Fenimore Cooper.

Además de su valor literario propio, los epígrafes generados a través de los años también pueden servir para otros usos. Por ejemplo, hoy día en los trabajos académicos de cierta importancia, existe la costumbre de empezar los mismos con un resumen expresado a veces en dos o tres idiomas.

Point de Lendemain (No hay Mañana) de Vivant Denon lleva en epígrafe: «La lettre tue, et l'esprit vivifie». (El espíritu vivifica, la letra mata)

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