Un Cratón se define como una parte de la corteza continental que ha alcanzado la estabilidad (rigidez), es decir, no ha sido afectada por la actividad tectónica significativa durante el eón Fanerozoico (fragmentaciones o deformaciones).

Los cratones son las partes más antiguas de la corteza continental, ya que se han datado con edades de más de 1 400 millones de años.

El término fue propuesto por primera vez, por el geólogo austríaco Leopold Kober en 1921 como “Kratogen”, refiriéndose a la parte estable de la plataforma continental y “Orogen” como el término utilizado para definir montañas o cinturones orogénicos. Más tarde, Hans Stille recortó el anterior término a Kraton, palabra que deriva a Cratón.

Los cratones se encuentran divididos geográficamente en zonas o provincias geológicas, distribuidos en todo el planeta.

Son considerados como los protocontinentes, es decir, aquellas masas de corteza indivisible mediante el cual se formaron los continentes y supercontinentes en un tiempo geológico posterior, debido a la acreción en sus márgenes de subducción e intrusión magmática.

Por lo general, los cratones se encuentran ubicados en la zona central de la corteza continental, bordeados por cinturones montañosos o cuencas de formación más reciente.

Dentro del interior estable de un cratón, se encuentran zonas conocidas como Escudos, que son regiones extensas y relativamente planas de rocas ígneas y rocas metamórficas que no han sido deformadas por el mar.

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