Un contador Geiger es un instrumento usado para detectar y medir radiación ionizante. Se usa en diversas aplicaciones, tales como en dosimetría de radiación, protección radiológica, física experimental, y en la industria nuclear. El principio de detección original se realizó en 1908, en la Universidad Victoria de Manchester, pero no fue hasta el desarrollo del tubo Geiger-Müller en 1928 que el contador Geiger pudo ser producido como un instrumento práctico.

El instrumento está formado por un tubo con un fino hilo metálico a lo largo de su centro. El espacio entre ellos está aislado y relleno de un gas, y con el hilo a unos 1000 voltios con respecto al tubo. Cuando un ion o un electrón penetran en el tubo (o bien se libera un electrón de su pared por efecto de los rayos X o gamma), se desprenden electrones de los átomos del gas que rellena el tubo. Debido al voltaje positivo del hilo central, son atraídos hacia él, y al hacer esto ganan energía, colisionan con los átomos del gas y liberan más electrones, hasta que el proceso se convierte en una avalancha que produce un pulso de corriente detectable. Relleno de un gas adecuado, el flujo de electricidad se para por sí mismo o el circuito eléctrico puede ayudar a pararlo.

Al instrumento se le llama un "contador" debido a que cada partícula que pasa por él produce un pulso idéntico, permitiendo contar las partículas (normalmente de forma electrónica) pero sin proporcionar datos acerca del tipo de radiación o sobre su energía.

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