La ortoepía es el arte de pronunciar correctamente un idioma,​ y por extensión, el estudio de la pronunciación de un idioma en particular dentro de una tradición oral específica.

Dicho de una forma más simple: la ortoepía es la correspondencia entre las letras y los sonidos que estas representan.

Hay que diferenciarla de la ortoepía, que hace referencia a la corrección en la pronunciación, pero sin tener en cuenta su relación con la ortografía.

La recuperación del término clásico ortoepía en los tratados de gramática, a juzgar por su fecha de aparición en los diccionarios hacia 1850, debió iniciarse unos cien años antes, a mediados del siglo XVIII.

El gramático español Benito Martínez Gómez Gayoso se refiere a la ortoepía en su obra de 1780 Conversaciones críticas sobre el libro intitulado Arte del romance castellano como una de las cuatro partes de la gramática, junto con la prosodia, la analogía y la sintaxis; relacionándola a su vez con la ortografía.

Andrés Bello, polímata chileno-venezolano, también se preocupó de la ortoepía en la primera mitad del siglo XIX, según queda reflejado en la recopilación de sus trabajos.

En español, las reglas de pronunciación de las palabras se ligaron de forma rigurosa a su ortografía a partir de la Gramática castellana escrita en 1492 por Antonio de Nebrija (1441-1522), aunque no se utiliza el término ortoepía, su intención queda muy clara, al afirmar que: Así tenemos que escribir como pronunciamos y pronunciar como escribimos.

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