Filantropía es un vocablo de origen griego que significa “amor al género humano”. Por lo tanto de acuerdo a su etimología se puede decir que hace referencia a aquel sentimiento de empatía que posee un ser humano para ayudar a otros de una manera desinteresada. Y un filántropo, entonces, es aquel personaje que imparte amor a su prójimo, es decir se habla de una persona caritativa, compasiva, desinteresada, generosa, altruista.

El origen del concepto se remonta a tiempos del Imperio Romano, más precisamente al siglo III D.C., siendo su creador el emperador Flavio Juliano, quien se destacó por restaurar el paganismo en el imperio, en detrimento de la religión cristiana, y entonces para reemplazar la tradicional caridad de los cristianos propuso la práctica de la filantropía.

La filantropía puede ser desplegada por individuos pero también por grupos y organizaciones que únicamente tienen por objetivo favorecer, con diversos actos, el bien de todos y que de ninguna manera están motivados por un afán de lucro o interés personal.

Si bien es recurrente que se use el concepto de caridad de manera indistinta con el de filantropía, ambos coinciden en algunos aspectos como es el tema de la asistencia a los más necesitados, aunque, se diferencian en algo puntual que es que la caridad acerca una ayuda del momento, en cambio, la filantropía como proyecto lo que se propone es resolver de manera definitiva esas carencias que padecen muchos pueblos o comunidades desprotegidas.

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