Se denomina como ecuanimidad al estado mental de una persona capaz de reflejar equilibrio y estabilidad emocional aun estando en medio de una situación extrema que pueda generar el desequilibrio psicológico.

En este sentido, la ecuanimidad se refiere a mantener una actitud equilibrada y constante a lo largo del tiempo, más allá de las circunstancias que nos rodean, bien sean positivas o negativas. Por esta razón, se considera que la ecuanimidad es una virtud que pocos individuos poseen y ponen en práctica.

La virtud y el valor de la ecuanimidad son exaltados y defendidos por varias religiones pertenecientes a la familia dhármica, las religiones abrahámicas y filosofías antiguas como el estoicismo.

Los estoicos griegos usaban la palabra apatheia y ataraxia mientras que los estoicos romanos usaban la palabra latina aequanimitas. Las Meditaciones del emperador romano Marco Aurelio detallan una filosofía de servicio y deber, que describe cómo encontrar y preservar la ecuanimidad en medio del conflicto al seguir a la naturaleza como fuente de guía e inspiración.

También se asocia la ecuanimidad con la imparcialidad de juicio. Es decir, tener la capacidad de emitir un juicio equilibrado y justo desde la veracidad de los hechos y de las pruebas comprobatorias de lo ocurrido.

La palabra ecuanimidad deriva del latín 'aequanimĭtas', -ātis, que significa ʽimparcialidadʼ.

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