La crematomanía no es más que el deseo impulsivo de acumular dinero y riquezas. La palabra viene del griego khrematos, que significa dinero, riquezas, posesiones y manía, que significa furia, rabia, excitación, locura.

Sus síntomas son claros: quienes sufren esta patología son capaces de anteponer la idea de ganar y guardar plata ante todo lo demás, afectando a la familia, a las amistades e, incluso, en casos extremos, puede llegar a transgredir la ley detrás de su objetivo. Es más: todo lo que no sirva a ese interés es rechazado o menospreciado sistemáticamente.

Avaricia desmedida e incontrolable, insatisfacción permanente y resentimiento son algunos de los rasgos más representativos de las personas que sufren esta manía. Todos síntomas que, en la mayoría de los casos, los enfermos niegan padecer. Por el contrario, no perciben esto como un problema, se definen, en el mejor de los casos, como gente muy inteligente para ganar dinero, o muy ahorrativa.

En nuestra sociedad que estimula y premia a conductas que pueden desencadenar este síndrome deberíamos tratar al menos de estimular el giro de la brújula de lo correcto y dirigirla más hacia el terreno de los valores, premiando y reconociendo conductas, actitudes y actividades que fortalecen el sentido intrínseco del ser humano y no perseverar en el camino representado por Creso, último rey de Lidia (entre el 560 y el 546 a. C.,) cuyo reinado estuvo marcado por los placeres desmedidos, la guerra y las artes.

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