El agua, con su fórmula química H₂O, es una sustancia que compone la mayor parte de la superficie terrestre y es esencial para la existencia de todas las formas de vida conocidas. Su estructura molecular, con un átomo de oxígeno unido a dos de hidrógeno, le confiere propiedades únicas que la hacen indispensable para los procesos biológicos.

Gracias a su polaridad, el agua es un excelente solvente, capaz de disolver una gran variedad de sustancias, lo que facilita el transporte de nutrientes y la eliminación de desechos en los organismos vivos. Además, su alto calor específico le permite regular la temperatura del planeta y de los seres vivos.

En la naturaleza, el agua puede encontrarse en tres estados: sólido (hielo), líquido y gaseoso (vapor). Estos estados se interconvierten continuamente a través del ciclo hidrológico, un proceso impulsado por la energía solar. El agua se evapora de los océanos, ríos y lagos, se condensa para formar nubes y precipita en forma de lluvia, nieve o granizo. El agua que cae sobre la superficie terrestre puede infiltrarse en el suelo, formar ríos o acumularse en lagos y océanos, reiniciando así el ciclo.

El agua cubre el 71 % de la superficie de la corteza terrestre.​ Se localiza principalmente en los océanos, donde se concentra el 96,5 % del total. A los glaciares y casquetes polares les corresponde el 1,74 %, mientras que los depósitos subterráneos (acuíferos), los permafrost y los glaciares continentales concentran el 1,72 %.

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