El cuento infantil Ricitos de oro, en el que una niña de pelo rubio se cuela en la casa vacía de tres osos y prueba sus tres platos de comida, quedándose con el que no está ni muy caliente ni muy frío. En ciencia, se denomina Ricitos de oro al principio que determina que algo debe estar en su justa medida.

A los humanos nos gustan los desafíos, pero solo si están dentro un margen óptimo de desafío, de dificultad. Por ejemplo, jugar al ajedrez con un niño, puedes terminar aburrido. Si el juego es con un profesional, el desafío es excesivo. Pero si juegas con alguien a tu propio nivel o un poco mayor, quizás ganes o pierdas; por lo tanto, tienes el desafío de esforzarte para poder ganar. Teniendo este margen de desafío, te enfocarás y te desafiarás a ganar.

Las ciencias y la psicología nos enseñan que tener un desafío alcanzable (no imposible ni demasiado distante) es lo que nos hace enfocarnos y motivarnos. Las tareas debajo de nuestras habilidades pueden aburrirnos, y las áreas demasiado fuera de nuestro alcance nos desalientan y nos intimidan.

Pero las tareas que están a la par de nuestras capacidades y un poco más altas son los desafíos que más nos motivan.

Trabajar sobre los desafíos que nos producen un nivel óptimo de dificultad nos motiva y nos produce bienestar.

En el efecto Ricitos de oro, no hay ni mucho ni poco, tiene que ser la cantidad exacta. Si equilibramos estos dos aspectos en nuestras vidas, lograremos aumentar nuestro potencial.

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