El lignito es un carbón mineral que se forma por compresión de la turba, convirtiéndose en una sustancia desmenuzable en la que aún se pueden reconocer algunas estructuras vegetales.

Se forma a partir de restos fosilizados y de acuerdo a cómo se desarrolle el proceso de conformación y dependiendo de su concentración de carbono, será el producto final.

Se lo considera un combustible de calidad media. Esto debido a su baja capacidad de calorífica, a pesar de su fácil combustión como resultado de sus componentes volátiles. El uso del lignito como combustible fósil está cuestionado ya que se lo considera altamente contaminante debido a las grandes emisiones de CO2.

El carbón es, básicamente, una roca sedimentaria organógena, es decir que se produce a partir de restos orgánicos fosilizados. Existen diferentes variedades de carbón y todas ellas se clasifican de acuerdo a su contenido de carbono. La turba, que posee entre un 40% y un 60% de carbono, el lignito cuyo contenido de carbono es del 60% al 75%, la hulla con un registro del 75% al 90% y, por último, la antracita con más del 95%.

Analizando la composición química del lignito vemos que está formado por un 69% de carbono, 5,2% de hidrógeno, 25% de oxígeno y 0,8% de nitrógeno.

La mayor o menor presencia de carbono puede dar como resultado diferentes variedades de lignito. Durante muchos años, fue utilizado como combustible en las centrales térmicas, para la generación de energía eléctrica.

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