El copal es una resina aromática proviene de diferentes árboles endémicos de México y otras partes de América, en una etapa intermedia de endurecimiento entre la resina y el ámbar.

Esta resina también constituía un importante elemento religioso de la civilización maya, se encontraron figuras hechas en este material en la gran ofrenda del cenote sagrado de Chichén Itzá, era una de las sustancias que, junto con el cinabrio, conformaban un característico pigmento funerario. Mientras que en el Chilam Balam de Chumayel, el copal es llamado "sesos del cielo".

Los Aztecas y Mayas lo usaban en un sahumador de barro como alimento a los Dioses. En este ritual el copal era ofrecido a los cuatro puntos cardinales y al Sol para garantizar la protección del pueblo y agradecimiento de las cosechas.

Se usaba en ceremonias de limpieza energética, como los temazcales, y para elaborar remedios y sahumerios purificadores.

Su uso terapéutico es frecuente en comunidades indígenas contemporáneas, usan diferentes copales para padecimientos como el dolor de estómago, dolor de muelas, quemaduras y problemas respiratorios.

El uso más extendido es en las llamadas enfermedades culturales, que forman parte de la cosmogonía de los pueblos indígenas mesoamericanos: el susto, el mal aire y los males causados por brujería o influjos espirituales dañinos, mismos cuya curación incluye el uso del copal quemado en sahumerios y pasados por el cuerpo del enfermo.

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