El consumo conspicuo es el gasto de dinero y la adquisición de bienes y servicios de lujo para mostrar públicamente el poder económico de los ingresos o de la riqueza acumulada del comprador. Para el consumidor conspicuo, esa exhibición pública de poder económico discrecional es un medio para alcanzar o mantener un determinado estatus social.

El origen del concepto de consumo conspicuo es del economista estadounidense Thorstein Veblen (1857-1929), de finales del siglo XIX. Es un consumo similar al de los jefes de tribu, que llevan una corona o una capa o collares que los distinguen del resto, mostrando su posición social.

Pueden imaginarse casos actuales de productos de ese tipo. Esos productos que basan su consumo en la posibilidad de identificar a su comprador en un lugar alto de la jerarquía social. Un Rolex, por ejemplo, o un Bentley.

Incluso, la asistencia a ciertos restaurantes y clubes, o un bolso de cierta marca bien identificada en el bien mismo. O posibilidades similares, como la membresía en un cierto club, o el tipo de tarjeta de crédito.

Una base fundamental de estos «productos Veblen» es su escasez. Solamente unos pocos los pueden tener, generalmente por causa de un precio muy alto.

En los momentos en los que esos productos se vayan convirtiendo en marcas más accesibles, irán perdiendo su valor percibido.

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