Los dragones (o soldados) de cuera eran un cuerpo especial dentro del ejército de la monarquía hispánica que al igual que los dragones europeos eran esencialmente una fuerza de caballería que además estaba preparada para desmontar cuando fuera necesario y convertirse en infantería.

Se les llamaba “de cuera” porque llevaban unos chalecos hechos con siete capas de piel, las llamadas cueras, que ofrecían una buena resistencia contra las armas de los nativos.

Se crearon como tales a finales del siglo XVI y desde entonces se les encomendó la custodia de la frontera norte de la Nueva España, que llegó a incluir Texas, Arizona, Nuevo México, gran parte de California y algunas zonas de Colorado, Utah y Nevada.

Además de este cometido, protegían las rutas de comunicación entre México y California y entre Texas y Florida. Su misión era doble, como soldados y como policía, y residían en fortalezas (o presidios), de ahí que también se les denominara como “tropas presidiales”.

Los dragones de cuera eran soldados voluntarios que se alistaban por un periodo de diez años. Iban armados con lanza, adarga, espada, daga, pistola y mosquete/carabina.

La mayor parte de su servicio era un discurrir en soledad por los extensos territorios norteamericanos patrullando entre ranchos y misiones, protegiendo a los pueblos indios aliados, explorando, rastreando actividades hostiles y realizando cartografía.

Una frontera que iba desde S. Francisco hasta S. Agustín (6000 km)

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