El Bálsamo con el que María Magdalena ungió a Jesús antes de ser enterrado, fue bautizado con el nombre de “Bálsamo de Fierabrás ”. Era una poción mágica capaz de curar todas las dolencias del cuerpo humano.

Cuando el rey Balán y su hijo Fierabrás conquistaron Roma, robaron en dos barriles los restos del Bálsamo con que fue embalsamado el cuerpo de Jesucristo, que tenía el poder de curar las heridas a quien lo bebía.

Tres años antes de la batalla de Roncesvalles, el Emir Balán y su hijo, el gigante Fierabrás, regresan en barco a Al-Ándalus después de un saqueo en la ciudad de Roma, portando las Reliquias de la Pasión: La Corona de Espinas de Cristo, los Clavos con los que fue Crucificado, una Inscripción de la Cruz y el Aceite utilizado para ungir su Cuerpo Muerto. Las tropas de Carlomagno se dirigen a su encuentro para recuperarlas.

Fierabrás era un caballero sarraceno de gigantesca estatura, de grandísima fuerza y gran corazón muy diestro en el manejo de armas. Hijo del poderoso Emir Balán, un hombre muy rico, señor de muchas provincias y gobernador de Al-Ándalus. Mantenía constante conflicto con Roldán y los doce pares, pero tras ser derrotado por éste, se convierten al Cristianismo y en amigos, luchando los dos en filas de Carlomagno.

Su fama se extendió más allá de las sagas Carolingias y aparece como motivo en El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, parodia escrita por el español Miguel de Cervantes y publicada a comienzos de 1605.

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