Los cefalópodos coleoideos, un grupo que incluye a los pulpos, los calamares y las jibias, son los invertebrados más inteligentes: los pulpos pueden abrir frascos, los calamares se comunican con su propio código morse y las jibias comienzan a aprender a identificar a sus presas cuando son apenas embriones.

De hecho, los coleoideos son el único “linaje animal que en realidad ha logrado una sofisticación conductual” aparte de los vertebrados, según Joshua Rosenthal, un científico sénior del Laboratorio de Biología Marina en Massachusetts.

Los cefalópodos pueden resolver rompecabezas complejos que requieren acciones como empujar o tirar, y también pueden desenroscar las tapas de los recipientes y abrir los cierres de envases de acrílico para obtener el alimento que hay dentro. También pueden recordar las soluciones de los rompecabezas y aprender a resolver el mismo rompecabezas presentado en diferentes configuraciones.

La inteligencia se define generalmente como el proceso de adquirir, almacenar, recuperar, combinar, comparar y recontextualizar información y habilidades conceptuales. Aunque estos criterios son difíciles de medir en animales no humanos, los cefalópodos parecen ser invertebrados excepcionalmente inteligentes.

El estudio de la inteligencia de los cefalópodos también tiene un importante aspecto comparativo en la comprensión más amplia de la cognición de los animales porque se basa en un sistema nervioso fundamentalmente diferente del de los vertebrados.

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