¿Qué ciudad quiso convertir Carlomagno en una nueva Bizancio y darle el título de capital de su imperio?
Antes de ser coronado emperador, Carlomagno siempre había sido, como todos los reyes francos, un soberano itinerante.
Más tarde decidió establecerse en Aquisgrán, en la Renania alemana, y quiso que la ciudad igualase en esplendor a Bizancio, la segunda Roma. Desde allí, una Cancillería, a cuyo frente se encontraba un clérigo culto, dirigía los asuntos civiles y eclesiásticos; el control del territorio estaba en manos de los condes, salvo en las marcas fronterizas, organizadas militarmente; y unos enviados del emperador supervisaban la administración del territorio.
Construyó su palacio imperial imitando el de los emperadores bizantinos. En el interior del edificio, la sala más lujosa era la Capilla Palatina, un edificio de forma octogonal que, como lugar de culto, se convirtió pronto en el símbolo del poder imperial, que albergó las coronaciones de los soberanos alemanes hasta 1531.
La religión cristiana constituía un elemento cultural de integración, de estabilidad y de orden social, que el emperador se encargó de cultivar: protegió a los monasterios y procuró extender la fe cristiana hacia el norte, imponiéndola por la fuerza a los sajones.
Aquel conglomerado territorial no sobrevivió mucho tiempo. Carlomagno había previsto que el Imperio se repartiera entre sus tres hijos; pero la muerte de dos de ellos retrasó la fragmentación hasta el momento en que murió el único sucesor superviviente, Ludovico Pío, que también dividió el Imperio entre sus tres hijos.
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