Un atolón, a veces también llamado atolón coralino, es un arrecife de coral con forma de anillo que rodea una laguna central. El anillo puede cerrar completa o parcialmente. El coral de los atolones se suele asentar en los bordes de un monte o volcán submarino extinto.

La formación de los atolones se produce durante millones de años, algunos se cree que se han ido formando por más de 30 millones de años. No se debe confundir un atolón con una isla coralina, pues ambas son formaciones geológicas muy diferentes.

La primera persona en dar una explicación aceptable sobre la formación de los atolones coralinos fue Charles Darwin en 1842, explicación que es todavía ampliamente aceptada como básicamente correcta. Observando atolones en el Pacífico sur, Darwin llegó a la conclusión de que estas formaciones eran fruto de dos procesos simultáneos: el crecimiento de un arrecife de coral y el hundimiento gradual de una isla oceánica.

Según Darwin, una isla volcánica tropical, una isla coralina y un atolón son tres estados del proceso de formación. La isla tropical sería la primera etapa. Esta isla se forma por la colisión de placas tectónicas en zonas de alta actividad volcánica. La mayoría de atolones, especialmente los del Océano Pacífico, están sobre antiguas islas volcánicas. En un primer momento, estas islas no albergan vida, pues estas aguas relativamente calientes no son muy ricas en nutrientes para sustentar vida marina abundante.

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