En el ámbito de la publicidad y el marketing existen diferentes nomenclaturas que afectan a la identidad de las empresas. Básicamente, y aunque tampoco se suele ser demasiado radical con estos conceptos, un logo es una palabra, un símbolo es una imagen, y una marca de combinación es la mezcla de los dos. En el caso de la cerveza Budweiser ese símbolo es, sin duda, los caballos Clydesdale.

Fue en 1933 cuando para celebrar el final de la Ley Seca los responsables de Budweiser decidieron adquirir los primeros caballos Clydesdale para arrastrar los carros y cisternas de la cervecera, animales que con el tiempo se convertirían en muy populares en Estados Unidos gracias a la televisión, en iconos de cuatro patas para Budweiser y en protagonistas de su imagen y de sus campañas de publicidad, lo que les supuso entrar en el paraíso que habitan las estrellas de la pantalla y de alguna forma impidió que al final de la Segunda Guerra Mundial esta raza de caballos desapareciera al ser sustituidos en los campos por las nuevas máquinas agrícolas.

El origen de los Clydesdale está en Escocia, concretamente en el valle del río Clyde de donde toman su nombre. Estos caballos de tiro y arrastre con 1,80 metros de alzada, cabeza pequeña, frente blanca, cuerpo largo en forma de arco, con unos cuartos traseros robustos y musculados, son muy reconocibles por la característica «pluma» que adorna sus patas alrededor de las pezuñas.

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