Yma Súmac, ¡Qué linda! en quechua, (1922-2008) fue una soprano peruana de gran éxito internacional en los años cincuenta. Fue conocida por su inusual registro vocal, único en el mundo, que llegó a abarcar cinco octavas.

La última princesa inca fue una mujer que hipnotizaba al público con su registro vocal que abarcaba 4.6 octavas, con el cual solía recrear epifanías selváticas y antediluvianas. Su música, en la que se atrevió a mezclar el folclor andino con el jazz, el mambo, la ópera e incluso el rock, es un viaje purificador sin paralelo, una especie de catarsis inexorable.

Describir su voz, sin embargo, es un ejercicio en vano, pues no hay nada como escucharla usando su triple coloratura o disparando staccatos que logran confundirse con una flauta cuya precisión y velocidad para ejecutar las notas es casi inhumana.

Desde niña siempre se inclinó por la música, de hecho confesó haber aprendido a cantar imitando a las aves. Comenzó interpretando música folclórica del Perú con su esposo, Moisés Vivanco, y cuando alcanzó en 1943 la cima en Latinoamérica se trasladó a los Estados Unidos con un nuevo grupo: The Inca Taqui Trio. La peruana logró cautivar con sus atavíos incas.

Lanzó siete discos durante sus 60 años de carrera artística, incluyendo "Voice of the Xtabay", "Legend of the Sun Virgin", "Mambo!", "Fuego del Ande" y "Miracles". Entre éstos se encuentran joyas como "Chuncho", "Goomba Boomba", "Ataypura", "Taki rari", "Tumpa" y "La flor de la canela".

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