La amígdala cerebral, también conocida como cuerpo amigdalino, es un conjunto de neuronas complejamente relacionadas entre ellas dando lugar a una estructura diferenciable a nivel anatómico, resultando en una zona con forma de almendra que forma parte del sistema límbico.

La amígdala controla las respuestas de huida que tenemos cuando sentimos miedo, ya sea al percibir algo peligroso por nuestros sentidos o al recordar algo del pasado.

Está situada en la profundidad de los lóbulos temporales del cerebro, unas regiones que constituyen la zona inferior lateral del encéfalo, quedando la amígdala a la altura de los oídos.

Gracias a la interconexión de la amígdala con el resto del cerebro, esta estructura funciona como un "centro de mandos" de las emociones, siendo un núcleo de control en el que los sentimientos se vinculan a un patrón de respuesta determinado.

Cuando nuestra vista percibe algo que considera un peligro, nace la emoción del miedo. Y es la amígdala la que vincula este sentimiento de miedo con una respuesta de huida. Por lo tanto, es la amígdala la que permite que, gracias a una interacción muy rápida con el sistema nervioso periférico y el sistema endocrino, el especializado en producir hormonas, podamos escapar de situaciones de peligro.

Los estudios parecen demostrar que un tamaño mayor de la amígdala está relacionado con un mayor grado de inteligencia emocional, lo que deriva, en la mayoría de casos, en un grado mayor de sociabilidad.

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