La madera de roble es de una dureza proverbial. Se conoce desde hace muchos siglos. De ahí la expresión "ser fuerte como un roble".

Esta dureza, combinada con su escaso peso, la hace ideal para la fabricación de herramientas, y se emplea además en muebles y parqués.

Con el término de roble suele hacerse referencia a una importante variedad de especies que pertenecen al género Quercus. Pero en esta oportunidad nos referiremos a su variedad más común y reconocida: el roble común o Quercus robur

Un árbol de gran porte que es sumamente apreciado por su madera. Originario de Asia, el roble posee un hábitat más extendido en todo el hemisferio norte, pero se lo puede hallar en los climas cálidos de otras regiones. Estos árboles se encuentran en peligro de extinción debido a la tala indiscriminada y su lentitud para reproducirse, lo que ha impulsado diversas acciones proteccionistas, destinadas a su preservación.

La variedad de Quecus robur recibe los nombres de carballo en Galicia, carbayu en Asturias, cajiga en Cantabria y haritza en el País Vasco. Otra especie de ecología semejante es Quercus petraea, el roble albar. Los robles crecen en suelos con humedad por lo que en la península ibérica solo abundan espontáneos en las cordilleras húmedas o las regiones más septentrionales.

La madera de nogal y encina también son duras aunque su tallado es más complejo mientras que el pino y el abeto se usan en la construcción de casas de madera.

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