En septiembre de 1923, el canciller Gustav Stresermann, que había sustituido a Wilhelm Curno como canciller y ministro de Asuntos Exteriores, declaró el fin de la "resistencia pasiva" y acceder a negociar con los franceses.

Esta medida provocó un gran descontento entre algunos políticos y cierta parte de la población que alentó movimientos golpistas como la rebelión bávara dirigida por Von Khar, que el 23 de septiembre de 1923 proclamó el estado de excepción en Baviera y se otorgó poderes dictatoriales.

En este escenario aparece Adolf Hitler, líder del Partido Obrero Nacionalsocialista de Alemania, NSDAP. El 8 de noviembre irrumpió en un mitin político que estaba ofreciendo en la cervecería Bürgerbräukeller el gobernador de Baviera, von Kahr, ante 3.000 personas. Gracias a las Secciones de Asalto, SA, consiguieron bloquear las salidas y proclamar el inicio de la revolución.

Con el apoyo de las tropas de Erich Ludendorff, Hitler decidió marchar sobre la ciudad de Munich, con el fin de tomar todo el control de Baviera. Su plan consistía en seguir un sistema parecido al de Italia, por el cual formaría una república independiente en Baviera para enfrentarse a la República de Weimar en Berlín. Las tropas sublevadas consiguieron entrar en el Ministerio de Defensa y asegurarlo.

Varios líderes locales consiguieron escapar y dieron orden a los jefes de la Policía de tomar represalias contra Hitler y sus aliados. El golpe fue desmantelado y Hitler pasó 8 meses en la cárcel.

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