La caramelización es la oxidación del azúcar, un proceso empleado ampliamente en la cocina debido al agradable sabor y color marrón obtenidos. A medida que el proceso sucede, se liberan compuestos químicos volátiles, produciendo el característico sabor acaramelado.

La caramelización es un proceso complejo y no muy estudiado que produce cientos de compuestos químicos, e incluye muchos tipos de reacción.

El azúcar, la sacarosa (C₁₂H₂₂O₁₁: un disacárido, compuesto por los dos monosacáridos: glucosa y fructosa), es inodora, es decir, carece de olor. Cuando se calienta se produce un cambio de fase que da lugar mediante la fusión a un jarabe espeso. Esto se produce a los 154 °C.

Cuando se llega a 168 °C, comienza a adquirir un color ligeramente ámbar, el sabor dulce inicial se enriquece y, progresivamente el color amarillento de su pulpa se transforma en marrón oscuro, al mismo tiempo que se desarrolla un aroma muy agradable al olfato.

Cuando se llega ese punto ya se han generado más de 100 productos distintos. Si se continúa calentando, elevando la temperatura, el cambio último es la carbonización (de color negro) y la desintegración total del azúcar, transformándose el sabor dulce inicial en amargo.

En cocina se distingue el caramelo seco del húmedo. El producto final es similar, pero en el segundo se añade una pequeña cantidad de agua al azúcar para prevenir que el caramelo se queme antes de tiempo.

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