Una erupción volcánica puede ser uno de los fenómenos naturales más asombrosos del mundo, pero también uno de los más peligrosos debido a una variedad de riesgos.

La ceniza volcánica arrojada miles de metros al aire puede representar una seria amenaza para el tráfico aéreo y la calidad del aire; el gas volcánico puede tener un impacto sobre la salud, la vegetación y la infraestructura; los flujos de lava son lentas fuerzas de destrucción que pueden demoler cualquier cosa en su camino.

Otra de las principales amenazas que pueden surgir de una erupción volcánica es un poderoso tipo de flujo de lodo llamado lahar.

Un lahar es un término indonesio que describe una mezcla de agua y fragmentos de roca que fluyen por las laderas de un volcán, de acuerdo con el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS).

Los lahares se pueden considerar un cruce entre un deslizamiento de tierra y un deslizamiento de barro, dijo Tom Pierson, un hidrólogo de investigación del USGS.

Debido a la mezcla de agua y rocas, los lahares pueden ser más densos que el agua sola, tienen un mayor poder de erosión y en ocasiones pueden transportar grandes rocas. La viscosidad de estos flujos de lodo a menudo se ha comparado con el cemento húmedo y también pueden ser calientes o fríos.

Durante los últimos siglos, los lahares han destruido más propiedad pública o privada que cualquier proceso volcánico y han sido los causantes de la pérdida de miles de vidas humanas.

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