A mediados del siglo XVII, el Mary King’s Close era uno de los callejones ('closes') más frecuentados de Edimburgo, por su importancia comercial.

Actualmente es la entrada a lo que llaman "la ciudad subterránea" de Edimburgo, un laberinto en las profundidades del centro histórico, formados por este y los callejones adyacentes: Stewart, Pearsons, Allan y Craig, congelados en el tiempo desde el siglo XVII, cuando las personas vivían hacinadas en condiciones insalubres y casas mal acondicionadas, lo cual tuvo mucho que ver en que esta zona fuera considerada uno de los principales focos de la epidemia de peste negra que asoló la ciudad en 1645. Los enfermos deambulaban casi moribundos y los cadáveres se amontonaban en cualquier rincón.

Además, estos viejos pasajes sin sistema de alcantarillado, sucios y poco iluminados, no tenían cabida en el nuevo Edinburgo. Entonces, para evitar el aumento de contagios, los accesos al callejón fueron clausurados y, eventualmente, quedó abandonado.

Además, las calles y casas originales del siglo XVII quedaron sepultadas en 1753 por el edificio donde actualmente reside el ayuntamiento y que en un principio fue llamada la Royal Exchange.

Por eso, cuando el Mary King’s Close fue reabierto al público en abril de 2003, se convirtió rápidamente en una de las atracciones turísticas favoritas de los visitantes de la ciudad, ya que visitando el callejón se puede experimentar cómo vivió, trabajó y murió la gente en el Edimburgo de entonces.

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