La saponificación es un proceso químico mediante el cual un cuerpo graso unido a un álcali, cualquier sustancia que presente propiedades alcalinas, y agua da como resultado el jabón y la glicerina.

En la Antigüedad también se conocían otras reacciones químicas. por ejemplo, se curtían y blanqueaban pieles sumergiéndolas en orina añeja o en soluciones de palomina, excremento de las palomas, ya que la urea y el ácido úrico se transforman en amoniaco si se dejan un tiempo almacenados.

Las grasas y los aceites se componen de triglicéridos, pero no se puede hacer jabón a partir de ellos; es necesario que se descomponga en ácidos grasos y glicerol. Los ácidos grasos son un elemento primordial en el proceso de elaboración de jabón, en cambio el glicerol aunque es útil no es fundamental.

En contacto con el agua todo los ésteres se descomponen en sus componentes, glicerina y un ácido graso. El agua hace llegar el hidróxido de sodio a todos los rincones del recipiente, permitiendo así que se produzca la hidrólisis. El agua corriente tan solo descompone ligeramente las grasas y los aceites, por esto debemos añadir hidróxido de sodio al agua.

Durante la hidrólisis, los iones de NaOH atacan el átomo de carbono que se encuentra en el extremo carboxilo de los ácidos grasos liberándolos del triglicérido. Una vez separados los ácidos reaccionan con un ion de sodio y forman el jabón. A continuación tres iones de hidróxido reaccionan con el glicerol y dan lugar a la glicerina.

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