La elaboración de aceite en la antigua Roma vino de la mano de fenicios y griegos, aunque fueron los romanos quienes lo produjeron a gran escala y lo convirtieron en algo consumido habitualmente por todas las clases sociales.

El aceite se obtenía en las villas, explotaciones agrícolas de carácter rural que también solían cultivar cereal y elaborar vino.

El trapetum, era un molino formado por dos piedras o molas semiesfércias (orbis) suspendidas sobre un basamento de piedra con forma de mortero (mortarium).

Las muelas además de su desplazamiento circular podían girar sobre sí mismas, generando así en la aceituna un efecto de machaqueo y otro de dislaceración.

La distancia entre las muelas y el mortarium era regulable pudiéndose de esta forma seleccionar el tipo de molienda con o sin rotura del hueso.

Las piedras estaban unidas con una pieza de madera central (cupa) sujeta con un pivote de hierro (columella) que se posaba sobre un cilindro de piedra (milliarium). Estas muelas giraban gracias a la acción de dos hombres.

Originario de Grecia, su uso se generalizó en todo el imperio romano. Se han encontrado restos de este tipo de molino, en las ruinas de la ciudad de Pompeya; siglo I de nuestra era.

Se cree que, antes de la creación de este tipo de prensa, la extracción del aceite se haría con los pies protegidos por unos zuecos de madera (soleae), pero con el tiempo se empezó a utilizar una muela parecida a la del trigo, en la que hay una pieza fija y otra móvil.

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