La primera guerra macedónica contra Filipo V se había producido por la disputa de los territorios de Iliria y se había finalizado con la Paz de Fénice.

Filipo V, rey de macedonia desde el año 221 a.C., había sellado una alianza con Aníbal después de la batalla de Cannas. Desde 202 a.C. inició una política exterior marcadamente agresiva con campañas militares dirigidas tanto hacia el noreste, Tracia, como hacia Asia Menor o el Egeo, Rodas y el reino de Pérgamo.

Sintiéndose amenazados por el expansionismo macedonio, enviaron una embajada al senado solicitando su ayuda. Empezaba así la segunda guerra macedónica.

En el año 197 a.C. el cónsul Tito Quincio Flaminio obtuvo la victoria decisiva sobre Filipo V en las cercanías de las colinas de Cinoscéfalas, "cabezas de perro", en Tesalia. Los macedonios tuvieron que aceptar duras condiciones de paz, como son: renunciar a la hegemonía sobre Grecia, reconocer por tanto la independencia de los estados griegos, y obligarse a pagar 1.000 talentos en concepto de reparaciones de guerra, entregando la flota, excepto seis naves.

Tras el triunfo militar se impuso al reino macedonio el regreso a sus fronteras originales, mientras que Roma se erigía en garante de la "libertad" de Grecia y árbitro de los posibles conflictos futuros.

La influencia de Roma en la región aumentó progresivamente hasta que en 146 a.C. macedonia se convirtió en provincia romana, incluyendo Epiro y Tesalia.

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