En el "A Dictionary of Phychological Medicine" (Un Diccionario de Medicina Psicológica), publicado en Londres en 1892, los autores clasificaron a los borrachos por los procesos intelectuales que los llevaban a emborracharse. Así los dividieron en tres clases:

- Instintos anormales: defectos morales que llevan a beber en busca de un equilibrio moral.

- Tendencias anormales: falta de gusto, pasión, o habilidades mentales, que llevan a beber para alcanzar un equilibrio mental.

- Impulso, donde el alcohol es secundario. La razón de beber es sólo un impulso patológico.

A esta tercera clase de procesos intelectuales, se le llama dipsomanía. Actualmente, todavía se usa ocasionalmente para describir una condición particular de ataques periódicos y compulsivos de consumo de alcohol. La idea de la dipsomanía fue importante por su papel histórico en promover una teoría de enfermedad de la embriaguez crónica.

El alcoholismo puede generar en el que la padece, problemas de salud serios, físicamente la persona va deteriorando su mente, su hígado, entre otros órganos que se van dañando por el consumo exagerado de alcohol, en la parte psicológica, la persona comienza a sufrir de depresiones, se vuelve agresivo, y presenta ansiedad. Lo que repercute también en su ambiente familiar y social.

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