Descubiertas hace miles de años (no se tiene una cantidad exacta de tiempo), cerca del Golfo Pérsico, en el mar Rojo y el océano Índico.

Su historia ha estado siempre rodeada de leyendas y las más variadas culturas les han atribuido poderes y orígenes mágicos.

Las más valiosas son las negras, las más grandes pesan varios kilos. Las perlas son fascinantes gemas de nácar, que se han convertido en el eje de un importante y redondo negocio: el de las perlas cultivadas.

El japonés Kokichi Mikimoto, comenzó a ensayar un proceso que hasta entonces sólo efectuaban la naturaleza y el azar, introdujo un trocito de mejillón en una ostra, para que el molusco se defendiera del extraño objeto, cubriéndolo paulatinamente con finas capas de nácar, hasta formar una perla.

Después de largos y pacientes intentos, el 11 de julio de 1893, consiguió la primera cosecha de "perlas cultivadas" de la historia, las cuales después fueron perfeccionadas, producidas masivamente y comercializadas hacia 1921, originando uno de los negocios más prósperos y curiosos: la perlicultura.

La perla natural comienza a formarse cuando un grano de arena o un parásito entra en un ostra, al no poder expulsarlo combate la irritación que le causa cubriéndolo con nácar, una sustancia dura y lisa, que se deposita año tras año sobre el cuerpo del intruso, tardando más de dos años en completar una perla.

Se componen casi totalmente de carbonato de calcio.

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