El cierzo (del latín cercius, por circius) es el viento de componente noroeste en la parte septentrional española. En Aragón, en la Ribera de Navarra y en La Rioja es un fuerte viento fresco y seco debido a la diferencia de presión entre el mar Cantábrico y el mar Mediterráneo.

Es un viento muy frecuente en el valle del Ebro, y se puede presentar en cualquier mes del año. En el centro del valle pueden darse ráfagas de 100 km/h. La máxima observada, según los datos disponibles, fue de 160 km/h en julio de 1954.

El cierzo condiciona la vida del Valle del Ebro porque es un viento desecante y las plantas deben luchar contra la sequedad que el cierzo produce en el clima. Igualmente, los agricultores deben proteger sus cultivos de huerta con barreras de cañas o plantaciones de árboles, que se denominan pareteras de caña, enramadas, abrigaños o bardos. Sin embargo, también puede tener efectos beneficiosos para la agricultura al dificultar el desarrollo de ciertas plagas.

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