El 28 de mayo de 1358, durante la Guerra de los Cien Años, Guillaume de Cale, un campesino del norte de Francia, se alzó en una violenta revuelta conocida popularmente como «La Jacquerie» por el apelativo «Jacques Bonhomme» que daban los nobles despectivamente a sus siervos, para protestar contra una nobleza que incrementaba los tributos.

Fue tal su importancia que a partir de entonces el término «Jacquerie» se emplearía en Francia para cualquier revuelta campesina.

Sus causas son múltiples, pero tuvo un papel relevante la impopularidad de la nobleza francesa después de la derrota de Poitiers en 1356, y la miseria reinante en el campo devastado por los ejércitos y las compañías libres.

La Grande Jacquerie se inscribe en un conjunto de revueltas simultáneas, como la insurrección liderada por Étienne Marcel, las revueltas surgidas alrededor de París en mayo-junio de 1358 y los movimientos de agitación que sacudían entonces las ciudades de Flandes.

Carlos II de Navarra, requerido por los nobles franceses, tomó las riendas de la represión y formó un ejército de mercenarios ingleses. Engañó a Guillaume Cale invitándole a parlamentar en Mello el 10 de julio, pero el cabecilla de los jacques fue apresado, torturado y ejecutado sin que se le aplicaran las reglas de la caballería por ser de baja cuna. Su ejército, que algunos testimonios contemporáneos aseguran que era de 20 000 hombres, fue aplastado por una carga de caballería.

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